La contracrónica del isleño Bizarri, presente en el Johan Cruyff, sobre la gesta del San Fernando CD

"Llegado el momento de partir hacia el estadio Johan Cruyff te das cuenta que no es un partido cualquiera el que disputaba el sábado el San Fernando Club Deportivo en Cataluña.  En esta ocasión tan sólo ver el escudo del  rival  en el marcador ya impresiona. Tienes esa ilusión pero a la vez el miedo de que no estén a la altura con los fantasmas pendientes del Castilla.

Al llegar al estadio ves la esquina donde en los informativos el aficionado culé espera a sus jugadores para la foto o el autógrafo y parece que verás llegar a Piqué en su bici eléctrica. Al aparcar ves un estadio original con miles de posibles “CD” que se mueven un poco con el aire y el escudo. Además el nombre del estadio en la esquina superior te hace ver que llegas a un santuario.

El acceso es cómodo. El vigilante pregunta… ¿a qué  equipo  viene a ver? Y piensas ¿pero cómo va a venir la afición visitante con esa pechá de kilómetros?.  Entras y vuelves a ver un campo moderno, pequeño de grada y con una gran tribuna, muy limpio y una megafonía muy tranquila, agradable y suave. Pasamos a la cantina y ves que casi todo es menú de palomitas como si estuviéramos en el cine, vaticinando posiblemente el espectáculo táctico de Nacho Castro.

Buscando el asiento asignado, llegamos al banquillo local y al campo dónde calentaba el San Fernando Club Deportivo. Allí hay un aficionado culé ataviado con gorro, bufanda y manta, algo que parecía exagerado pero al final del partido nos acordamos de cómo calaba el frío sin apenas brisa.

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Solo sentarnos conocemos una familia isleña llegada desde Madrid y mi compañero de trabajo, muy catalán y español, me comenta ¡mira, gente de tu tierra! Qué casualidad que estamos sentados juntos, pero entonces se arrancan a cantar y ves que hay más de 70 fiebres azulinos repartidos por las gradas y que se hacen notar entre los 672 asistentes.

Comienza el partido y ves un San Fernando CD bien plantado, haciendo su juego con unas internadas del ya adaptado Luis Ruiz y un par de ocasiones claras de Ferrón y Callejón. De un posible penalti a favor, llega el gol de Bicho, que jugó con un descaro inhabitual en este campo para los de su posición (el marcador corrigió para finalmente no dárselo) y que se vivió por todo lo alto.

Sergi Barjuán empieza a desesperarse con sus “collons” y “fill de put…”, insistiendo que el lateral izquierdo desborde al “improvisado” Sergio Cortés , que realizó quizás su mejor partido en esa posición, donde iba sobrado de velocidad y fuerza para llegar a todas.  Incluso faltando unos minutos entró Alpha Dionkou y siguió manteniendo la posición, intercambiando posiciones entre los dos.

Antes del 0-2 celebraron todos los asistentes (incluso los locales) una ruleta impresionante de Marc Carbó, el ancla del equipo. Poco más tarde Biabiany hizo de las suyas (comentaba mi compañero que “el 95% de lo que hace lo hace bien”) y rompió literalmente al defensor para dársela a Ferrón a placer, que no recuerda al de otros años pero siempre está en el sitio para realizar la celebración del pistolero.

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Al llegar el descanso, Narcís Barrera se adelantaba, guiñaba a la grada levantando el puño al abandonar el campo. Todos los aficionados isleños nos frotábamos los ojos mirando el marcador e intentábamos hacer fotos pero no se veía con el brillo del luminoso.

Tras el descanso tocaba sufrir y se sufrió de lo lindo. Crespí  despejaba todas y Ayala era impreciso pero efectivo al igual que Perales que no estuvo tan seguro como en otras ocasiones pero sus paradas dan muchos puntos.

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Sergi Barjuán invitó a Alejandro Balde a la fiesta pero era la fiesta de los azulinos

La afición disfrutó en una tarde mágica ante una afición local muy respetuosa y que sonreía cuando el linier pitaba a favor y le daban un kg de bienmesabe y cuando pitaban en contra le quitaban dos o tres choquitos. Además pedían la hora faltando 8 minutos y diciendo que ya compensarían para el próximo partido.

Un día para no olvidar con reconocimiento especial a los jugadores en los cambios y con cariño especial para el serbio Luka.

Tras el pitido final, el primero en celebrarlo con la afición fue David Valle, luego todo el equipo, que felicitó uno a uno a todos los aficionados azulinos repartidos por todo el campo. Los aficionados pedían camisetas y los jugadores decían que no, pero al final cayeron 5 ó 6 camisetas a la gradas para los más pequeños.

Abandonamos el estadio con una felicidad enorme, acordándote de los que te inculcaron el sentimiento y que ya no están. Pero todavía quedaba algo muy curioso. Estando a mitad de camino y metidos en la caravana en la Ronda de Dalt me llega el mensaje al whatssap que ya está la crónica del partido en deportedelasla.com.  Impresionante Gaby"

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